Nur ein
Nachbar ist noch am leben, ein Junge von 7 Jahren. Er kam vor mir aus seinem
Luftschutzkeller. Zufällig erzählte er mir, sah er wie jemand versuchte , einem
Qualenden zu helfen und dabei selbst verbrannte.
Was raucht
darf nicht berührt werden! Tausende starben im Todeskampf nach den
Bombardierungen, ohne etwas tun zu Können, ausser die eigene Verbrennung zu
überleben.
Nchdem wir
un sum die Toten Kümmerten, begannen wir die Ziegel zu säubern. Zuerst verkratzten
meine Hände, nach kurzer Zeit hatte ich
Wunden . Den ganzen tag verbrach ich mit dieser Arbeit um nicht ins grübeln zu
kommen. Erst jetzt bemerke ich das ich
minutenlang auf meine Wunden starte.
Ich hebe
von dem staub auf. Asche der Heuser,
geschefte und Personen. Ich hebe mehr auf vom Boden und umschliese es fest um
es, zusammen mit dem Blut meiner Hand an mich zu binden – Es ist meins.
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La sangre corre de mi mano, me
corté con profundidad.
Han pasado varios días desde la
última bomba. Aún hay algo de ese extraño humo, de ese extraño olor a carne
quemada.
Solo uno de mis vecinos está
vivo, un niño de 7 años. Él había salido de su refugio antes que yo. De
casualidad, me contó, vió como alguien intentó ayudar a un “humeante”, pero
comenzó a quemarse ese también.
Donde hay humo, no se toca. Miles
murieron en agonía pos bombardeo, sin poder hacer nada, solo ver ser
consumidos.
Luego de ocuparnos de los
cuerpos, comenzamos a limpiar ladrillo por ladrillo. Primero se rasparon mis
manos, en poco tiempo ya tenía cayos. Paso todo el día en esa labor. Hace que
no piense, que mi mente esté ocupada.
Recién me doy cuenta, pasé
minutos mirando fijamente la herida, perdida.
Tomo de ese polvo que hay por
todos lados. Cenizas de casas, de hogares, de negocios, de personas. Agarro más
desde el suelo y apretó con fuerza, lastimándome más… queriendo aferrar eso a
mí, junto al líquido que emana de mi mano.
Es mía.
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